El olor a salvia silvestre, a madera, a agua dulce abriéndose paso por el bosque seco. El estruendo de los elefantes, el relinchar de las cebras y la melena del león escondida entre el pasto dorado de la sabana. La silueta de las jirafas con el ritmo de su caminar y el majestuoso sol poniéndose en el horizonte.

Maravilla sin fin.

África siempre ha sido mi hogar. No es que lo haya sido físicamente, pero espiritualmente ha sido una parte importante de mi vida.

Pude viajar al viejo continente hace 6 años por primera vez. Los humanos nacimos de África y por eso es común que al visitarla sintamos que volvemos a casa.

Esta escrito en nuestro ADN, está grabado en millones de años de evolución. Hemos sido nómadas por el mundo llenando cada rincón, pero originarios siempre de ese gran continente salvaje que evoca en mi un sentimiento de asombro inigualable.

Por esta razón yo sentí que la entrada a mi hogar, debía transportarme a esas mañanas frías en África, recorriendo la sabana, sobrevolando el desierto, navegando en el delta.
Los colores de la madera expuesta, sus vetas, imperfecciones y calidez. Los textiles cálidos con texturas que le aportan riqueza al diseño. La mezcla de hebras y patrones muy marcados haciendo referencia a la sabana, a lo tribal pero reinterpretado de una manera contemporánea.

A través de la selección de piezas y muebles, quise representar el safari africano mezclado con el estilo Mid Century Modern que tanto me gusta y las artesanías eclécticas que he ido coleccionado de distintos rincones del planeta.
El percibir el mundo a mi alrededor y esa esencia de mi amada África cada vez que vuelvo a mi casa, es de los sentimientos más satisfactorios.

Te invito a continuar por ese safari de cada espacio de mi nueva casa en el próximo artículo.